Hoy en Cuba es el Día de las Madres. Desde hace 13 años es el peor día del año, porque mi mamá no está. Este año se suma la pérdida hace pocos días de mi tía Tata, que era mi segunda madre. AHora en el cielo deben estar juntas con mi tía Esperanza y mi abuela Margot. Hoy para mí es un día muy triste; espero aprender a saber que en todas ellas reina sino la alegría, al menos la paz.
Cuéntame algo de esa otra vida
dime si te faltan paisajes, tranquilidad, espejuelos,
unas líneas que te digan cuánto te extraño.
Nacimientos y otros acontecimientos
que nunca previmos
no soñadas fiestas del espíritu
quisiera poderlas compartir contigo.
Dime cómo llevas el cabello y si alguien se fija
en la ropa, cómo es el espejo que usas
y si en esa otra dimensión
existen el sueño y la memoria,
ya que no el dolor ni el tiempo,
a no ser la desmemoria del aroma del café cuando amanece
si es que acaso ocurre algo como la costumbre
o como la línea débil donde susurra la alborada.
Ojalá que allá al menos no conozcas la pobreza
y que te rodeen colores vivos y cierta música
suave y eterna, ya que no la esperanza.
En la desmesura de los días faltas
y en su sencillez más tenue
y en el nítido corazón llamado lejanía
así descubro tu paso urgente en alguien que pasa
por la otra esquina y me sonrío
porque yo sé que son señales que me vas dejando.
En el sitio de la luz definitiva ¿eres tú
quien prepara nuestra llegada para cuando
sea el instante del reencuentro?
¿Hay fotos, ceniceros, libros,
lluvia, iris, rostros, estaciones?
¿Existen flores, destellos, fragancias?
Madre mía que estás en mi cabeza
que estás en mi mirada y en mis células
aquí te nombro, Rita Machado Galindo,
para que nadie pueda dedicar este poema
a otra madre que no seas tú y ojalá
sepan perdonar mi egoísmo
y mi dolor que nunca pasa.
21 de diciembre del 2002.
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