domingo, 27 de marzo de 2011

FRUSTRACIÓN CON AMELIA VEGA

SANTO DOMINGO. Amelia Vega le dió la satisfacción a República Dominicana de pasear el nombre del país por todo el mundo. Su elección como Miss Universo fue justa. Su belleza es casi de libros, y junto a ese atributo, su inteligencia y su sensiibilidad, según me cuentan los que la conocen de cerca y han podido conversar con ella, son complementos importantes a su personalidad.
Amelia Vega ha incursionado en la actuación (recuerden su aparición en "The lost city", dirigida por Andy García; ha animado programas de televisión y sin dudas es una de las más carismáticas Miss Universo; pero su sueño -según ha confesado en programas de radio y TV- desde niña, fue la música. Hace pocos meses -en el 2010- sacó al mercado su primera producción discográfica: AGUA DULCE, de la cual se ha escuchado el sencillo "Pasa un segundito por aquí¨", un tema donde fusiona colores caribeños con el pop.
La noche del sábado 26 de marzo, tuvo la oportunidad de presentarse ante casi 40 mil personas en el estadio Quisqueya, como contraparte dominicana de Marc Anthony y Chayanne. Pero su participación -como telonera- fue un accidente en su trayectoria. Claro que un accidente es un accidente. Y no decide para nada el futuro.
Creo que la presentación de Amelia Vega fue inoportuna para ella, quien debió esperar a presentar su producción con un concierto mejor pensado en el Hard Rock Café Santo Domingo, por ejemplo. Esa desesperación no es buena consejera. Vestida con una saya y un diseño que recordaban inmediatamente a Shakira, Amelia se cantó unos pocos temas, para terminar con poco aire, lo cual demuestra que debe aprender a dominar mejor el diafragma. No todo el mundo es Chayanne, quien canta y baila y sabe utilizar efectivamente su voz, que no es muy grande. O Marc Anthony, dueño de un diafragma olímpico (es uno de los cantantes que mejor lo sabe utilizar), que tal parece que tuviese adosado una bombona de aire que activa un fuelle, que le permite sostener notas durante varios segundos, en sus interpretaciones.

Amelia Vega tiene una voz que puede enganchar, pero debe administrarla mejor. Presenta problemas de desafinación. Al menos eso fue lo que se escuchó la noche del sábado en el Quisqueya. Al pasar de las agudas a las notas medias, no tenía la medida exacta y desafinaba. Hubo un tema en particular, el último, que fue un desastre.
Amelia claro que baila bien y es una figura bellísima, pero eso no basta. Su mayor defecto, sin embargo, es que habló demasiado. Habló hasta por los codos, lucía nerviosísima, insegura, y yo mismo pedí en Twitter que la mandaran a callar la boca. Hablaba hasta cuando cantaba y eso lució terriblemente mal. El final fue brusco. Todo eso a pesar de la extraordinaria agrupación que la acompañó, integrada por varios de los integrantes de 440, y dirigida por Yanina Rosado. Vamos, que tenía todas las de salir airosa. ¿Qué falló en esencia? El desespero. Eso más allá de los defectos, que puede trabajar, aunque algunos quizás nunca llegue a solucionar del todo, como la tendencia a desafinar.
Amelia se desesperó y dejó un mal sabor en el público. Pensé por momentos que la abucharían. Pero reconozco que todavía lleva -invisible-la corona del universo.
La belleza no basta. Aunque, claro, es muy importante...

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