domingo, 24 de abril de 2011

EL DOLOR DE LAS PÉRDIDAS

BARAHONA. En La Habana falleció ayer mi tía Tata. Era mi segunda madre. Ahora miro hacia atrás y me doy cuenta que estuvo en cada momento importante de mi vida; y cuando no estuvo fue porque no pudo, pero siempre me alentó en la distancia.
Se llamaba Eneyda Machado Galindo, y tengo noticias de ella desde que asumí ese raro estado del ser que es la conciencia, y por lo tanto la verdadera vida.

Murió de faltas de esperanzas y de sufrimientos. La presión descompensada y no resuelta en el peor de los hospitales de La Habana (llamado La benéfica, o mejor dicho, La maléfica). Llegar a la vejez es dramático. Más aún en un país donde prometieron una vejez feliz y hoy los viejos viven la desesperanza de ir hacia la nada, sin apoyo alguno. Sé que sufrió especialmente que Machín, quien fuera internacionalista y trabajador de sol a sol, como ella, se quedara relegado a la tristeza de un puestecito para vender viandas cuando le era posible.
Tata fue velada unas cuatro horas el mismo sábado, y luego su cuerpo fue cremado. El domingo sus cenizas fueron esparcidas en el mar, en algún punto de la costa norte, entre Cojímar y Alamar.
El dolor de las pérdidas nunca acaba. Anoche soñé con ella. Ibamos juntos en un tren rápido y pasábamos juntos por el barrio de la ciudad de Manzanillo donde yo residí cuando niño. Me enseñaba y le enseñaba nuevas edificaciones, bien pintadas, la casa donde vivía y un edificio alto y hermoso en el sitio donde todavía están los restos del molino de arroz.
Recuerdo que cuando era niño, salía corriendo cuando veía su figura aparecer por la calle Luz Caballero, y me abrazaba a ella. Viajaba de Camagüey a Manzanillo asiduamente a verme. Yo fui el hijo varón que no tuvo. Una vez salí corriendo unas tres cuadras, y me abracé a lo que supuestamente eran sus piernas. Pero no era ella, y regresé a casa llorando.
Tata fue para mí inspiración y alegría. Y lo fue para todos los primos. Era el último horcón de la familia. Con ella se va la última representante de la casa de los abuelos, y por tanto, del clan que David Machado y Margarita Galindo levantaron en Camagüey, con Esperanza, Rita (mi mamá) y Eneyda.
No quiero que su partida sea tristeza, desolación y depresión. Sobre todo porque ella no quería eso. Aunque las pérdidas dan un dolor, que -si lo sabré yo- nunca pasa.
Ahora salgo corriendo otra vez, hasta sus piernas, para abrazarla de nuevo, pero tampoco está. Y lo peor, ya no estará más físicamente, mientras yo viva.
Adiós, Tata. Siempre estarás en mi recuerdo, y en mis momentos importantes. El reencuentro está asegurado.

5 comentarios:

Adalgisa Pantaleon dijo...

Lamento tanto la muerte de tu tia. Así han muerto algunos familiares mios, en la habana en manzanillo, en el pueblo que viviste un dia!
Nuestros viejos que llenos de esperanza de volver a vernos se van.

Te mando un gran abrazo solidario y mi mas sentido pésame!

pedroa angel dijo...

coño quiñones, que articulo. esos troncos son el puente de generaciones que se apagan con los años. abrazos, pedro angel

ankh dijo...

http://principiosinfin.webcindario.com/ hola le invito a visitar el mio si no es molestia : )

nmagpie dijo...

Preciosa entrada, yo también tuve mi Tata,también partió ya, mi tía que no era mi tía (prima de mi mamá y su hermana de crianza y como de sangre tratada) y fue más madre que tía, gracias demos a Dios los que tuvimos una "Tata" que cooperó a ser lo que somos, presente en cada momento importante de nuestra vida pasada y con su recuerdo haciéndonos conciencia en nuestra vida futura!

nmagpie dijo...

Preciosa entrada, yo también tuve mi Tata,también partió ya, mi tía que no era mi tía (prima de mi mamá y su hermana de crianza y como de sangre tratada) y fue más madre que tía, gracias demos a Dios los que tuvimos una "Tata" que cooperó a ser lo que somos, presente en cada momento importante de nuestra vida pasada y con su recuerdo haciéndonos conciencia en nuestra vida futura!